Y continuando con el paseo que iniciaron ese día de Cuaresma en la fotografía anterior siguieron Cordel arriba, pasaron el cerro de la Atalayuela y más arriba Goya, a la izquierda, y mi tía María Paredes, a la derecha, se dejaron tomar esta instantánea en aquella preciosa tarde de final de invierno de 1959. Casi se adivina el color verde de la hierba que están pisando con una inmejorable muestra a sus espaldas de las paredes tan típicas que jalonan el norte de Extremadura, patrimonio de nuestra historia. Otra magnífica instantánea que nos ha dejado Goya.