Del año 1959 nos llega esta preciosa fotografía de manos de Goya. La instantánea está tomada al lado de la Fuente del Valle (estaba en la carretera de la Presa hasta que la enterraron, pegada al taller mecánico de Juan) y sobre la roca aparecen un grupo de amigos que ese día de fiesta habían salido de paseo por el Cordel, una de las pocas actividades lúdicas para las tardes de Cuaresma cuando bailes y todo tipo de actividades festivas eran suprimidas por ser impropias del periodo de recogimiento anterior a la Semana Santa. De izquierda a derecha, y de abajo arriba podemos ver en primer lugar a mi tía María Paredes (hermana de mi madre, que se nos marchó hace unos años) con un traje rojo hecho por ella misma (por entonces trabajaba de modista) con unos hermosos 24 ó 25 años; a continuación su prima Angelita Paredes (mujer de Garnacho) con un precioso traje verde, también hecho por su prima María; la tercera en la fila de abajo es Goya con un traje beige también obra del ingenio de la tía María; arriba a la izquierda tenemos a Pedro Gómez, muchacho de Carcaboso que venía muy a menudo por el pueblo y curiosamente primo hermano de Constante Sánchez; a su lado tenemos a Angelita Pañero (hermana de Nilo, que tampoco está entre nosotros) y cerrando la fila a Marina (la "parrá"); el último del grupo es un mozo de Carcaboso pero no lo tenemos identificado. Enternecedora imagen de los mozos y mozas de aquel tiempo.

Cuenta mi madre una preciosa anécdota sobre los noviazgos de entonces y es que a falta de teléfonos, internet o móviles era muy dificil saber si los novios que venían de pueblos de fuera acudirían a ver a sus parejas ese día de fiesta o se quedarían ocupados en otros menesteres. Para salir de dudas, las tardes en cuestión se juntaban en la Cuesta las mozas Pilar Paredes (mi madre, que esperaba a su novio Armando, hoy mi padre, que venía desde el pantano de Borbollón en moto), Emilia (que esperaba a su novio Luis que venía de Gabriel y Galán), Angelita Pañero (que esperaba a Obaldo, guardia civil de Galisteo, que después fue su marido, que venía a lomo de mula desde esa villa por el Cordel) y Juana Conejero (cuyo novio venía desde Santibáñez el Bajo). Comenta mi madre que la mitad de las tardes se tenían que subir de vuelta al pueblo sin que sus parejas diese señales de vida.