No cabe duda que la construcción más emblemática de nuestro pueblo ha sido nuestra Iglesia Vieja, edificio barroco del siglo XVII de la cual tenemos un formidable estudio histórico-artístico hecho por Luís Carlos Sánchez y publicado en su libro “Aproximación a la Historia de Valdeobispo” que nos acerca a su origen y construcción, dándonos una completa descripción de las características arquitectónicas de tan significante edificación.

La polémica que nos ocupa en este apartado es por qué tan importante obra fue dejada en el olvido hasta el punto de consentir que el tiempo y el abandono terminasen con ella y que personajes estuvieron implicados en tal acontecimiento. De esa inquietud ha partido la iniciativa de recabar información en el seno de nuestra comunidad que pueda ser útil para el esclarecimiento de los hechos. Es por eso que todos los datos de este apartado han sido obtenidos de diferentes vecinos del pueblo que vivieron la experiencia de los últimos días de la Iglesia Vieja aportando hechos, información o puntos de vista que nos puedan ayudar a tener una visión de conjunto de tan decisivo momento histórico.

Comienza la singladura de nuestra iglesia allá por el sigo XVII, momento en que es construida posiblemente debido al incremento demográfico de la población en nuestra localidad y ante la necesidad de una iglesia de mayor tamaño para la concurrencia a actos litúrgicos que entonces, presumiblemente, se celebraban en la Capilla del Santísimo Cristo del Amparo (la “Capilla”). Desde su edificación hasta mediados del siglo XX el recuerdo no nos revela nada interesante en la historia de la Iglesia Vieja. Es en la década de los 60, a raíz de la llegada al pueblo de las compañías constructoras del pantano y las infraestructuras que lleva consigo, cuando se produce un punto de inflexión en su linea histórica. Nos encontramos con un municipio en el que la mayor parte de los valdeobispeños están dedicados a actividades agrícolas y ganaderas y con una población que va en aumento hasta conseguir su record hacia 1961 con aproximadamente 1.600 habitantes. El cura en este momento es Marcelo Galapero y lo será hasta 1967 cuando será sustituido por Emiliano Domínguez. La Iglesia Vieja parece ser que solo ha tenido reparaciones menores desde su construcción y se hace imperativo el invertir dinero en solucionar algunos problemas de mayor calado, entre todos ellos el más importante, el de las goteras del tejado, que están deteriorando de forma irreversible la estructura del edificio. Cuentan que es tan desapacible la estancia dentro del recinto que solamente se celebran actos litúrgicos los domingos y algunos días señalados en verano , realizándose el resto del año en la Capilla del Amparo. El acceso a la iglesia es muy incómodo, no solamente por la calle inclinada y sin pavimentar que da acceso al recinto sino porque en tiempo de lluvia se convierte en un barrizal que la hace a duras penas transitable.

Es en este momento cuando hacen acto de presencia las diferentes compañías responsables de la construcción del Embalse de Valdeobispo, las carreteras y la red de canales que posteriormente irrigarán una buena parte de los terrenos del pueblo y de otros muchos municipios. A la cabeza de todos ellos, y como organismo oficial encargado de la construcción de los nuevos nucleos de colonización, se encuentra el llamado Instituto Nacional de Colonización. La misión de este organismo es determinar los emplazamientos de los nuevos municipios que surgirán a raíz de la irrigación de los terrenos de secano así como la creación de las diversas infraestructuras que los hagan habitables a los colonos que posteriormente residirán en ellos. Surgen poblaciones como Valderrosas, Pradochano, San Gil, Alagón del Caudillo y otros. Valdeobispo es una localidad plenamente establecida y con historia a sus espaldas, con red eléctrica, carreteras, caminos y otros servicios que quedarán a disposición de las diversas empresas constructoras. Las autoridades responsables del Instituto determinan compensar al pueblo con una cantidad de unos seis millones de pesetas por el uso de todos estos recursos para ser invertidos en la construcción de alguna obra de caracter social.

Hagamos un pequeño esfuerzo y veamos la situación política del momento que no es otra que la derivada del régimen franquista en un momento en el que hay un repunte en el bienestar de los ciudadanos, donde han quedado atrás los durísimos años de la posguerra y donde la expansión económica se cifra en la realización de numerosas obras públicas a la cabeza de las cuales se encuentra la masiva construcción de pantanos y obras derivadas de los mismos. El organismo de propaganda del gobierno se decanta de forma irrefutable hacia la construcción de nuevas obras que puedan ser inauguradas a bombo y platillo y posteriormente aclamadas en noticiarios, prensa y cine, como el inolvidable NODO. La capacidad que tienen las autoridades locales y la gente más influyente en la política municipal es muy escasa dado que las órdenes vienen de muy arriba y la participación de los ciudadanos en este tipo de decisiones es puramente testimonial. La reconstrucción de una iglesia en un pueblo perdido de Extremadura no parece ser el mejor sistema para gastar un dinero que se puede destinar a obras inaugurables, principal baza del organismo de propaganda.

Nos encontramos pues con dos bandos claramente separados en sus objetivos. Por un lado los partidarios gubernamentales amigos de la política que está llevando a cabo el régimen y que optan por gastar este dinero en la construcción de una deslumbrante iglesia nueva y por otro un grupo de vecinos del pueblo y amigos de la vieja edificación que luchan porque sea empleado en la reconstrucción de la antigua iglesia que tanto lo necesita. Dentro de la misma ciudadanía de Valdeobispo hay partidarios de una y otra tesis y me consta que hoy día seguimos teniendo la misma polémica, decantándose entonces y ahora en su mayoría por la conservación del símbolo histórico. Lo que es un hecho es que el pueblo, compuesto en su mayoría por agricultores y ganaderos, no dispone del capital necesario a título individual para poder restaurar la Iglesia Vieja. Pensemos que los mejores años económicos para nuestra villa vinieron a raíz de la irrigación del secano tras la construcción de la presa y la posterior parcelación y que el momento que vivimos es anterior. Incluso los más acérrimos partidarios de la recuperación de la Iglesia Vieja son conscientes que no se puede obtener el dinero necesario de los pobres valdeobispeños, así que cuando el Instituto Nacional de Colonización concede ese capital para la edificación de un bien común no pueden menos que ver en ello la esperanza para su deseo. Pensemos además que si bien en pleno siglo XXI somos capaces de pensar en al menos veinte cosas diferentes en la que invertir ese dinero, en los años que nos ocupa la historia la obra social se reduce prácticamente a construcción de escuelas e iglesias. Y unos pocos años antes Florencio Manzano Conejero, hombre del pueblo con ciertas influencias en la política regional, había conseguido para el pueblo la construcción de las actuales escuelas. Llegados a este punto solamente quedaba el destinar el dinero hacia la construcción de obras litúrgicas, dado que pensar en la década de los 60 en piscinas, polideportivos o bibliotecas municipales era ciencia ficción.

En mitad de esta polémica surge también la inducida por las compañías que construyen la presa. Éstas habían edificado un poblado en la margen derecha del río para los operarios de la construcción con la idea de proporcionarles alojamientos y diversos servicios. Pugnan entonces por la construcción de una capilla en dicho poblado para los actos religiosos y solicitan al párroco de nuestro pueblo que dote a la misma de la debida atención litúrgica. Marcelo Galapero, como hemos dicho párroco entonces, se niega a ello considerando que en Valdeobispo se da atención religiosa suficiente para el que quiera acudir a los actos, y que el dinero destinado a dicha capilla se puede perfectamente emplear en la reconstrucción de la Iglesia Vieja. Las constructoras, que bailan al son que toca el régimen, también son partidarias de la creación de una nueva iglesia y niegan este dinero para otro fin que no sea otro que una obra nueva.

En el equipo de los partidarios de la reconstrucción teníamos a un peso fuerte como fue Fray Arcángel Barrado, fraile franciscano, hombre de nuestro pueblo y por aquel entonces investigador del Archivo Ibero-Americano en Madrid, hombre de reconocido prestigio a nivel local y regional. Junto con Florencio Manzano Conejero piden audiencia en Cáceres con el Gobernador Civil en pos de la Iglesia Vieja , pero no obtienen más que la negativa por parte de las autoridades, evidentemente partidarias de la política del régimen de Franco. Se entrevistan igualmente con el Obispo de Coria-Cáceres, por aquel entonces Manuel Llopis Iborra, hombre apegado a la política de expansión del régimen y descaradamente partidario de la edificación de una iglesia nueva para mayor gloria de nuestro Señor. Debemos prestar atención al doble juego del Obispado que siendo dueño de la Iglesia Vieja , de la que actualmente sigue siendo propietario, jamás destinó una sola peseta para la restauración de la misma o para su mantenimiento. A la expectativa de los acontecimientos, siempre en un segundo plano y sin dar la cara, tomó el camino más fácil que fue el de hacer la corte a los políticos del momento, dueños del dinero y del poder, en lugar de tomar partido por sus feligreses que en su mayoría demandaban la conservación del monumento histórico.

Cuando la lucha entre los partidarios de una y otra iglesia está en pleno auge aparece un personaje que va a hacer que la balanza se incline de forma definitiva a favor de la iglesia nueva moviendo sus influencias y empleando algunas artimañas poco decentes. Instigador, oscuro, hombre de pocos amigos, llega al pueblo en 1967 en sustitución de Marcelo Galapero el nuevo cura, Emiliano Domínguez. Nubes negras se ciernen sobre Valdeobispo con la llegada del nuevo párroco y que acompañará a la Iglesia de San Pedro Apóstol durante 20 oscuros años. Es un hombre que tiene un demostrado bajo interés por todo lo antiguo, como sus actos lo evidenciaron posteriormente, y es un elemento que también odia a nuestro pueblo, como nos enseñó en incontables ocasiones. Cura partidario del régimen, desde el primer momento se decanta por la construcción de una iglesia nueva. Además, la expectativa de una casa totalmente nueva adosada a la futura iglesia para vivienda permanente del párroco, un huerto en la parte trasera de la misma para su uso personal exclusivo, garaje y jardines por doquier son un acicate demasiado suculento como para ser despreciado. Emiliano mueve sus hilos a nivel político y especialmente en el Obispado de Cáceres-Coria en pos de la nueva edificación.

Finalmente el Instituto Nacional de Colonización concede el capital al pueblo pero solamente para la construcción de la actual Iglesia Nueva echando por tierra las esperanzas de los partidarios de la conservación de la obra más emblemática de nuestro pueblo y los deseos de la mayor parte de los ciudadanos. Asigna a un ingeniero de su plantilla, Joaquín Gutiérrez, la supervisión del templo, parece ser que el mismo que había hecho tiempo antes unas catas en las paredes de la Iglesia Vieja a fin de ver la viabilidad de una reconstrucción, hecho que había tenido un gran revuelo en el pueblo, pues se pensó que aquello no era otra cosa que un intento prematuro de destrucción del templo. Siendo el ingeniero conocido en el pueblo se intentó presionar para cambiar la estética de la nueva iglesia por algo más suntuoso y digno que se alejase del aspecto hierático y frío tan característico de las iglesias de colonización, pero no pudo hacer nada al respecto, resultando al final un templo con la estética que tenemos hoy día, clon de otros muchos repartidos por la provincia.

Se toma pues la decisión de construir dicho edificio en los terrenos resultantes del secado de la Laguna del Ejido, que es anegada a finales de 1970. El primero de mayo de 1971 es colocada la primera piedra de la que será la nueva iglesia de San Pedro Apóstol y el 1 de enero de 1972 se abre al culto. Todas las autoridades parecen contentas con este hecho, hasta el punto que el 29 de junio de 1972 se consagra la iglesia nada más y nada menos que en presencia del Obispo de Coria-Cáceres, el famoso Llopis Iborra, en compañía del Gobernador Civil de Cáceres, del Presidente de la Diputación Provincial, del Delegado Provincial de Agricultura y del Presidente de la Cámara Sindical Agraria. Normalmente una iglesia parroquial solamente se bendice en presencia del obispo, pero en el caso de la nueva creación se llegó a consagrar, algo inaudito, y más increíble a los seis meses de su construcción, cuando es algo que se hace a los muchos años. Parecía que todos ellos tenían un especial interés en finalizar algo que todavía estaba candente y pensaron que un despliegue de autoridades de tal calado podría poner un broche final, o un suntuoso comienzo a una nueva etapa en la devoción de los valdeobispeños. De la Iglesia Vieja no se trajo absolutamente nada, puesto que se dotó al nuevo templo de todo el mobiliario y utensilios litúrgicos necesarios para las diversas celebraciones. El mismo día que se inaugura, Emiliano cerró a cal y canto la entrada de la Iglesia Vieja y no permitió que los feligreses recogieran de la misma ajuares, cálices, imágenes, casullas y muchas otros elementos del culto que quedaron encerrados dentro del antiguo edificio y que solamente pudieron trasladar a la Iglesia Nueva tras mucho tiempo y ruegos al nuevo cura.

Como ya hemos comentado la obra más acuciante que necesita la antigua edificación era la de reparación de su tejado pues el número de goteras iba en aumento y había una posibilidad franca de que el edificio se viese afectado en su estructura a medio plazo. Un hecho curioso, pero no menos importante, es el que de la noche a la mañana empiezan a aparecer graves desperfectos en las paredes y el tejado de la Iglesia Vieja (fijáos en la fotografía de abajo). El pueblo se lo atribuye a Emiliano, hombre que ya ha demostrado sobradamente al pueblo cuál es su camino. He de agregar que a lo largo de esta pequeña investigación algunos de los vecinos del pueblo me han asegurado que con sus propios ojos vieron como el cura ocasionaba personalmente estos desperfectos, algunos de ellos muy graves, con el fin de provocar deliberadamente el empeoramiento del estado ya enfermizo del monumento y acelerar su caída, y en otros casos me han asegurado que pagó a albañiles del pueblo para que malograran el edificio en puntos claves a fin de que las inspecciones destinadas a comprobar el estado de la edificación concluyesen en que una restauración se hacía de todo punto inviable. Especulan con el miedo que tenía este personaje a la posibilidad de que el pueblo de algún modo pudiese reunir el capital necesario para reparar la edificación y que permaneciese abierta al culto, con lo que tendría que realizar sus oficios litúrgicos en ella una vez demostrado quedaba el poco aprecio que tenía por el templo.

Emiliano comienza a demostrar a partir de la consagración del nuevo templo el interés que tiene por el bienestar de sus feligreses. Los bellos jardines que rodean la iglesia, nunca vistos antes en el pueblo, son destruidos para plantar higueras de las que se aprovecha nuestro personaje. A los pocos meses de inaugurado el parque infantil anexo al edificio, y que para niños que vivíamos en el pueblo era algo desconocido hasta entonces y propio de una película de cine, comienzan a aparecer desperfectos que los hizo inseguros para las pobres criaturas, entre otros, tubos cortados por sierras, chapas cortantes levantadas, columpios desaparecidos… No tardó en cerrar con un candado el parque, rodearlo de alambre de espinos y meter dentro su ganado particular compuesto por cabras, pollos, gallinas y otros animales. El complejo parroquial, es decir, las salas que el obispado había dispuesto para reuniones de vecinos, catequesis y otras actividades relacionadas con el culto, jamás pudieron ser utilizadas, salvo aquel año que Emiliano dio cursos para adultos y se utilizaron las aulas, dicen que porque cobraba un dinero por impartirlos. Había asignada a este complejo una biblioteca pero nunca quiso que se dotara de libros. Cuando la naturaleza hizo un acto de humildad con este edificio y permitió que varias cigüeñas anidaran en lo alto de la torre no escatimó en medios para hacerles la vida imposible utilizando su escopeta para tirotearlas constantemente. Durante su mandato desapareció la imagen de San Juan Bautista, imagen barroca de la que jamás se ha vuelto a saber, de la que os adjunto una fotografía a la derecha. Los casos en los cuales demostró odio hacia el pueblo y sus habitantes son innumerables y cualquier ciudadano de Valdeobispo sin mucho esfuerzo os puede relatar un buen puñado de ellos. Expongo este pequeño número para dar una idea de la catadura moral de este individuo y lo dispuesto que estaba a conseguir sus personales deseos en pos de convertir la Iglesia Nueva en su personal feudo. Conocedor de que la mayoría de los vecinos del pueblo pugnaban por mantener la Iglesia Vieja como estandarte de la localidad no dudó en emplear sus particulares métodos para evitar que pudieran conseguir su objetivo.

Queda pues definitivamente construida e inaugurada la Iglesia Nueva. La Iglesia Vieja por su parte está cerrada al culto, olvidada y con graves desperfectos en el techo y las paredes y sin nadie que aporte capital para su recuperación. Marcelo Galapero y Félix Sánchez intentan hacer algo en pos de reparar las goteras del techo y los desperfectos pero poco pueden rascar de los ciudadanos y de las instituciones locales. Nuevamente el Obispado se cubre de gloria y da un paso en pos de quitarse de encima el problema que supone la Iglesia Vieja. En lugar de aportar lo poco o mucho que tuviera o mover sus resortes para la conservación del edificio, intenta regalar al pueblo la patata caliente que supone el templo y los terrenos donde está edificada a condición de que sea destinada a usos comunales. Como es presumible el Consistorio no se puede hacer cargo de una edificación que amenaza ruina y que requiere una respetable inversión para su mantenimiento. Y en este juego de tuyo-mío, de toma-no quiero entre Obispado y Consistorio se hunde el techo de la pobre iglesia mientras miran hacia otro lado como si la guerra no fuera con ellos.

Fallece Franco, se termina el antiguo régimen y llega la tan esperada democracia y lo que todos predecían en el pueblo que iba a ocurrir acabó aconteciendo: se cae media torre del campanario con la bóveda que la cubría, ya herida de muerte años atrás por un rayo. Hubo suerte y nadie resultó herido en tan dramático hecho aunque las piedras de la iglesia rodaron por la calle y cerro del Pintor abajo ocasionando algún desperfecto en corrales y viviendas. Y así quedará durante unos años, sin techo ni torre que la ampare, expuesta a las inclemencias del tiempo y a algún que otro acto vandálico de chavales que entran dentro de las ruinas y deterioran aún más el achacoso estado del templo, cuyas paredes, poco a poco se van deteriorando. Con la democracia no parece que las cosas le vayan mejor a nuestra iglesia y es que aunque parecía que con esta nueva forma de gobierno se iba a descubrir el huevo de Colón, ningún organismo presenta el más mínimo interés en su conservación, a saber, por el lado de la curia el Obispado y por el seglar esas otras instituciones como eran el Ayuntamiento, Gobierno Autonómico y por extensión el Gobierno de la Nación , ahora con un renovado aire cultural y de conservación del Patrimonio Histórico Artístico del que nuestro pobre monumento no vio ni tan siquiera un atisbo. Aunque los vecinos del pueblo veían como la Iglesia Vieja se seguía deteriorando y en su fuero interno el deseo era el de conservarla para la posteridad, nadie movió un dedo en pos de ello, ni presionaron a las instituciones municipales para que lo hicieran, sino que todos permanecieron impasibles ante lo que el tiempo venía trayendo. En mi personal opinión, y por los recuerdos que tengo de entonces, yo más joven, el interés que se tenía por la conservación de edificaciones históricas no eran tan fuerte en este comienzo de la democracia como lo es ahora. Y creo que tampoco me equivoco al decir que en cierto modo nadie estaba demasiado preocupado por la Iglesia Vieja porque nadie sentía ese edificio como parte de la historia del pueblo, como algo suyo, sino como algo que era de los curas, y ya se preocuparían ellos si querían. Ese sentimiento de desarraigo, de falta de identidad con el edificio hasta el punto de no sentirlo el pueblo como propio fue en buena medida obra de Emiliano Domínguez quien había trabajado duro para que quedara claro que la Iglesia Nueva y todas las edificaciones religiosas del pueblo eran de su propiedad y para uso en las ocasiones que él determinase.

Tengo que decir también que en curso de esta investigación me confirmaron que las pulsiones destructoras de Emiliano Domínguez no quedaron circunscritas solamente a la Iglesia Vieja , sino que entre sus objetivos estuvo también la Capilla del Santísimo Cristo del Amparo, la Capilla para nosotros, la edificación litúrgica más antigua del pueblo, que estuvo dispuesto a derribar también. Sin embargo en este momento contó con la frontal oposición de otro cura vecino del pueblo, Félix Sánchez, que solicitó al Obispado el envío de un técnico para que evaluara el estado de la edificación. El ingeniero encontró en buenas condiciones el templo salvo leves desperfectos en techos, paredes y sacristía, que fueron reparados tiempo más tarde, siendo cura del pueblo Florencio Manzano, pagando Félix medio millón de pesetas de su bolsillo por los trabajos que no alcanzaron a solucionar los desperfectos de la sacristía que se dejaron para una ocasión posterior.

Emiliano desapareció del pueblo en 1987 pero no se fue solo en su viaje pues se llevó como compañeros casullas, material litúrgico diverso y nada menos que la imagen de la Divina Pastora , el icono más antiguo de la parroquia. Hubo intención en el pueblo de marchar hasta el Guijo de Granadilla, su pueblo, donde había sido destinado de cura, en manifestación pacífica hasta la puerta de su casa para exigir la devolución de lo robado, pero las buenas artes de Bartolomé Matías, el nuevo párroco, consiguieron tiempo más tarde la devolución de lo que se había llevado en su huida.

Sin techo y sin torre poco tardaron las paredes en empezar a caerse por su cuenta viendo algunos de los vecinos del pueblo las rocas de los muros rodar barrera abajo con el peligro que esto suponía, tomando en este momento el Ayuntamiento la decisión de derribar todas aquellas partes que pudieran suponer un peligro potencial para los vecinos de las zonas colindantes.

Y por fin llega el final del milenio y el último bote salvavidas para nuestro edificio en forma cura jubilado, hombre de Valdeobispo y querido por todos que no es otro que Félix Sánchez. Llevaba años fuera del pueblo en diferentes destinos pero integrado en las costumbres locales y la historia de nuestra localidad. Había demostrado en numerosas ocasiones su preocupación por el estado de la Iglesia Vieja pero esta vez decidió dar un paso más allá al intentar implicar en la recuperación del templo, ya muy deteriorado, a vecinos y Ayuntamiento. Recogió las firmas de 455 vecinos para crear la Comisión Pro-Conservación de la Iglesia Vieja de la que formaron parte algunos miembros de nuestra comunidad y se movilizó a nivel de instituciones locales y regionales tratando de obtener el apoyo necesario para frenar el progresivo deterioro del monumento. Su idea era poner sobre los muros del templo un tejado que evitase la acción del agua y de la meteorología para dejar el relevo de la reconstrucción a generaciones venideras y utilizar el local resultante para usos comunales, pues el Obispado seguía abierto a la posibilidad de donar el edificio a nuestra localidad. Llegó incluso a vender camisetas para obtener algo de dinero en pos de su proyecto, escribir un artículo de prensa que fue publicado en el Diario de Extremadura (previamente censurado) y confeccionar octavillas para informar a la gente del pueblo de las intenciones de la comisión. Pero al final todos quedamos por lo que somos: ni la gente del pueblo le apoyamos, ni el Ayuntamiento respondió a sus demandas, ni el Gobierno Autonómico se inmutó ante su propuesta (como era de esperar). Félix abandonó el proyecto, defraudado, al ver la falta de colaboración por parte de todos y falleció al cabo de un tiempo sin ver culminado su sueño. (Link OCTAVILLA 1, Link OCTAVILLA 2, Link OCTAVILLA 3)

Y así nos encontramos ahora, en verano de 2005, con una ruina hecha pedazos sobre la atalaya en la que estuvo una vez altiva y pletórica, provocando una sensación de impotencia y vergüenza compartidas cada vez que pasa uno al lado de ella mientras reza lo poco que sabe para que no se caiga el único muro que le queda en pie. Pero volvamos a la cuestión del principio: ¿Quién es el responsable de lo ocurrido?... ¿Emiliano Domínguez con su nefasta influencia y sus malas artes durante 20 años? ¿El Instituto Nacional de Colonización, al no dar un duro par su reparación y decantarse por una Iglesia Nueva? ¿El Obispado, que no hizo absolutamente nada salvo querer quitársela de encima cuando ya amenazaba ruina? ¿El Ayuntamiento, que durante 30 años ha visto como se iba cayendo el edificio y solamente metió mano para derribarla y evitar que alguien resultase herido? ¿Los valdeobispeños que nos hemos sentado a la puerta de casa a ver cómo rodaban ladera abajo las piedras que se caían de los muros esperando a que otros hicieran el trabajo que a nosotros nos tocaba? ¿El Gobierno de Franco, porque con la República esto no hubiera ocurrido? ¿El Gobierno Autonómico, demasiado ocupado en sus estériles luchas políticas como para prestar atención a un miserable pueblo del norte de Cáceres? ¿El que construyó la Iglesia , que no fue capaz de hacer un buen tejado, origen de todos los desperfectos? ¿La meteorología tal vez?... ¿Quién es el causante de la caída de la Iglesia Vieja ?

Cada cual buscará respuesta,
Quizá pa no hallar ninguna,
La mía ya la he encontrado,
Su nombre es FUENTEOVEJUNA.