Una magnífica puesta de sol en panorámica tomada desde la Casa del Ingeniero tras haberse pegado un buen baño en aquella tarde de verano de 2004. La pena de la foto es que no puede transmitir la sensacion de calma y de paz que hay en este lugar al caer la tarde. Cuando las vacaciones de verano se acaban y uno se da el último baño de la temporada, al subir las escaleras para volver al Pueblo instintivamente te giras para despedirte de la Presa hasta el año siguiente. Esta es la imagen que queda grabada en la retina, como no queriendo que se borre un solo detalle de tan simbólico momento, deseando que todo esté igual hasta el reencuentro el verano próximo. Experiencia sobresaliente.