Una prueba de que el clero también padece las necesidades fisiológicas propias de todo humano es esta reunión de la curia valdeobispeña en una tarde de aquella lejana primavera de 1963 para cumplir con el rito de la merienda en la terraza de un sitio que no hemos sido capaces de identificar. El de la izquierda es Arcangel con su característico atuendo franciscano, seguido de un cura visitante de nuestros paisanos, desconocido para nosotros, que ha llegado a nuestro pueblo con no poca hambre a juzgar por la presa que afianza entre las manos de la cual va a dar buena cuenta. El párroco con las gafas y un cigarro en su mano izquierda es nada menos que nuestro Marcelo y cerrando filas, no menos elegante con su hábito de la Orden de San Francisco, aparece Guzmán Manzano ligeramente tapado por una niña cuya identidad desconocemos. Fotografía de Nilo Pañero. |