El transformador. Desearía tener palabras para poder agradecer suficientemente a esta joya de la tecnología su entrega y devoción por los valdeobispeños, sus años de servicio y su labor infatigable en el reparto de dádivas y mercedes en forma de voltios a cambio de una capa de pintura de vez en cuando (y la factura que le pagamos al dueño). Día y noche ha trabajado sin descanso sin tan siquiera pedir un vaso de agua y sólo se tomaba un respiro cuando detectaba una tormenta a menos de cien kilómetros, momento en el que con valentía y aplomo dejaba a todo el pueblo a oscuras (por nuestra seguridad, supongo). Digno sucesor de tío Gato, hace unos años le pusieron un hermano al lado para que hiciera el trabajo duro y ahora sólo mira al pueblo esperando una honrosa jubilación. Si, señores, me confieso ser fan del transformador y desde lo más profundo de mi corazón lanzo al cielo un ¡Gracias! por tu servicio. Visita obligada.