Tres fueron las dulceras que tuvimos en el Pueblo en aquellos años de mi infancia y de las que tengo un recuerdo imborrable. Ahora estamos acostumbrados a ver chucherías y caramelos para grandes y pequeños en cualquier sitio pero en los años de mi infancia solamente eran tía Eustaquia, tía Celia y Fausta las encargadas de llevar algo del tan ansiado dulce a nuestras bocas infantiles. Todos los domingos y festivos estas mujeres se disponían en la Plaza, unas veces con improvisadas mesas y otras con cestas de mimbre de buen tamaño, ofreciendo dulces a los muchachos y muchachas. A su lado siempre un cubo con altramuces ("chochos") que te servían en un cucurucho de papel de periódico. Recuerdo de hasta vender granadas en temporada por dos o tres pesetas. Eran las golosinas de otra época, cuando todo era más sencillo. Así esta mañana de Carnavales de 1979 Fausta, en el centro de la imagen, ha cogido su cesta de mimbre con una rodilla para llevarla en la cabeza y con su cubo de altramuces se dirige como cada día de fiesta a la Plaza. Por el camino se para para inmortalizarse con unos pequeños del Pueblo vestidos con el traje regional en tan señalado día, Pili Francisco Fatela (a la izquierda) con su hermana Soledad (ambas hijas de Felisa Fatela) y Roberto Morcillo (hijo de Benito y Socorro). En el fondo la inconfundible casa de tía Benita y el eterno Renault 4L de Eloy Conejero. Otra maravillosa instantánea que nos ha dejado Felisa Fatela.